Era tan graciosa, dulce y cantarina, la Golondrina.
Ella alegraba con su canto, el forzoso amanecer.
Un día no escuché su canto, y no lo podía creer.
Allí se ve la rama donde se posaba esa ave cantarina.
*-*
Soledad se siente ya que, a su canto, me acostumbré.
Todas las mañana al clarear aparecía con sus notas.
Hoy hay tristeza en mí, no me amaño con gaviotas.
Si vuelve le diré que, a su canto, yo nunca renunciaré.
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¡Oh! Mi ave preferida, la más cándida, la más querida.
La que cantaba a mis penas con sus cantos celestiales;
Hoy ya no está y no sé cómo renunciar a su bello canto.
-*-
Ella hizo su lindo nido y la natura infringió mortal herida.
En el gran ventanal se oscurecieron los coloridos vitrales
y no logro verla y menos escuchar sus notas de encanto.