Romey

Ensueño primaveral

El silencio ahogaba las raíces,

los pensamientos fueron hostiles,

las palabras atroces tramaban

monstruosidades y maldiciones...

Pero sobre las olas musicales

te vi, y percibí una paz sublime,

en tu aura un color que todavía

no sé bien si existe, si es verdad

o solo una fantasía mía, a falta

de una realidad donde ser libre

de ser feliz como tú cuando sonríes

porque todo parece tener gracia

y nada cae en la nada, ni nadie

carece del alma que nos nace al amar...

Bastante me encabrité al verte

salir sobre el horizonte, y resplandecer

como el Sol al oriente en el amanecer,

la mar turbada buscabas romper,

surcarla y sembrar en eya tu gérmen

en la mitad de un abismo enorme

volando alto igual a un turgente cohete,

pero diferente, algo relativamente

comparable a un ángel preparándose

para caer como un torrente, en picado,

y romper tu recuerdo, delicado

como un sueño recién despertado

el cuerpo, que es solo un pedazo

de lo que eres: un universo

que ha sido despreciado y ya

está harto de tanto sufrimiento...

Por eso te regalo un cielo, un halo

dorado, un verso, un beso acaso,

y algo de mi tiempo, que escaso

lo tengo, y lo paso escribiéndote

mi ser, por si quisieses leerme

y ver qué secreto guardo

cuando fayo el dardo adrede

y cayo aqueyo que tú tambien

sabes bien: te amo, y siempre lo haré,

aunque me cueste la muerte 

darte ese placer que te levante,

el viento suave que nos mueve

hacia adelante, mientras verde

la tierra arde y late más fuerte

al saberte alegre, esta vez

sinceramente, de verdad elevada,

vestida de hada, de ave, de vida

salvaje, o de animal silvestre

si bajar aquí te apetece

y caminar entre la gente

y hablarle a las raíces

y hacerlas florecer bonitas

al decirles poesía