Quita de mi ola esa tristeza que lastima
como lo hace el arrullo de una madre buena
ella baña de placer el drama de tu obra,
te sumerge en una realidad utópica,
confunde tu desventura con deleite
y te satura de cordura cuando hay locura.
Llena mi hombro de consuelo esplendoroso
como el rayo llena de luz a la explanada indefensa
ahuyenta las fieras desbocadas
que van arrastrando solitarias presas muertas,
ese rayo calma las dolorosas sendas
y agita el silencio en la yerba somnolienta.
Embriágame con tu mirada intensa
como hace la luna al hundirse en la niebla
que arranca de cuajo sus pupilas ciegas,
amarra con el claro sus manos de agua espesa
para que no esconda el horizonte
ni los colores de la espléndida noche.
Consume mi cuerpo y llévame a tu destino
como se aman los árboles avergonzados
ellos se juntan callados en los acantilados
se dejan caer para acariciarse,
así brotan los episodios sagrados
que ofrecen a la tierra para fecundarse.
Lale Neda ©