Vivimos en esa constante labilidad…
que nos hace únicos… dueños de sí, de nosotros;
en esa movilidad que nos sumerge en una inercia,
donde el eje rector es nuestro amor que nos impulsa.
Vivimos en esa constante transformación…
donde ser camaleónicos nos conserva y guarda;
nuestros anhelos se adormecen en nuestros arcanos,
que sobreviven latentes a la vorágine del desapego.
Vivimos… tan inmersos en nuestras fragilidades
que… tambaleantes… nos fortalecemos en el morir,
rediviendo en la luz del roce de nuestras almas…
que se encaraman en una… al mismo universo.