Viviré prendido a tu recuerdo,
ansioso de la brisa
que arrastra la esencia de tu pelo;
viviré atento al horizonte,
donde se desvaneció tu silueta
aquella tarde.
Intentaré vivir,
sin temor,
sin miedo a la partida
de tus besos.
¿Viviré?
Sí, lo haré,
pero algo en mí habrá muerto.
Enterraré mi risa,
en lo más hondo
de mi alma enlutada;
sepultaré los días felices
en el ocaso de tus caricias,
en la luna que evoca
tu rostro.
Viviré al filo de la locura:
extrañando tu piel,
buscándote entre mis sueños.