Apenas tardé en decir
por la fe de mi promesa,
se apareció Tirolesa
que hizo grande mi sufrir.
Yo no le pude fingir
tras su mirada de rayo,
y bajo una flor de mayo
hizo mi cuerpo diamante
que no tuve ni un instante
después del frecuente ensayo.
Bajo esa flor que yo estaba
nunca supe qué quería
y si en algo me atrevía,
en pensamientos quedaba.
Mientras mi mente pensaba
por el privilegio de ella,
vi de pronto una doncella
que besaba a un querubín.
Mi principio fue su fin
y en mis manos vi una estrella.
Me tocó el alma en medida
como una mano invisible,
esa dicha fue increíble
siendo desdicha mi vida.
Mi pecho cura esa herida
y contarlo da pavor,
después de intenso dolor
del ensueño desperté
y hecho cristal me quedé
hablando con una flor.
Samuel Dixon [06/04/2022]