De mi lucha Señor, ya estoy muy fatigada,
traigo en mi alma, una pena despiadada.
Sí, llevo en mi corazón, una letal herida.
Me miro y estoy, ante mis errores, vencida.
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Mi alma creyente te busca en todos lados.
Mi Señor, tú conoces de dolores y de penas;
no te alejes de mí, y escucha mis llamados.
Por qué, Señor, a ver la maldad, me condenas.
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Muchos pecados de desamor he cometido,
Lo sé, y vengo ante ti Padre, arrepentida.
Señor, tú conoces a un ser arrepentido.
A tus pies, Padre, me postro, estoy vencida.
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Señor, mírame y atiende mis sentidos ruegos.
Al igual que Magdalena, llego a ti por perdón.
He pecado y me he confesado, eso no lo niego.
Te ruego Padre, por la gracia de tu bendición.
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¡El hombre pío, sentirá en su corazón el llamado,
Dios, con bendiciones, les habla a sus amados!