No, a esa que sale cada 8 de marzo. Esa mujer elegante y liberal, de falda larga, aretes grandes, que lleva en el pulso, mil pulseras, en el pensamiento ideas feministas sin conocer lo que realmente es SER mujer. No es para aquella niña, flor de invernadero, que abraza el feminismo como moda intelectual y marcha en la calle por los derechos de igualdad.
Es para aquellas otras mujeres que rondan la calle y esperan su cliente bajo un farol, aquella chiquilla indígena violada por su tío, que salió de su pueblo con la vergüenza en su vientre. La que llego a la ciudad y se alquiló de sirvienta, violada de nuevo por el patrón. Tuvo que abandonar el trabajo, cuando la acuso de robo la señora. A esa que no tiene un lugar.
Mujer obrera, trabajadora de maquila, que, con un misero sueldo, mantienes a sus tres hijos, porque el hombre se fue, a buscar el sueño americano, dejo en pausa su regreso y nunca más volvió. Ahora va por ahí, buscando un sustento que le de dignidad; en una sociedad de doble moral, que compra salvación en el templo y el sexo lo adquiere gratis.
A ti mujer, que ayer cuando ibas a surtir la despensa ajena, viste marchar a esas otras mujeres encolerizadas con los hombres. Todas eran de finos olores, piel blanca y manos cuidadas, tomando fotos o hablando por celular, con esos aparatos tan costosos, que con lo que valen, tus críos comerían un año y Tú, oliendo a miseria y vistiendo harapos.
En sus carteles abundaba la palabra igualdad, y Tú te preguntas ¿que podría ser eso?, si tu patrona te había dicho que el perejil no es igual al cilantro y que una sandia no se parece a una papaya y tu seguías pensando ¿Qué cosa será la igualdad? ¿Será posible que yo sea igual a las chicas que marchan? ¿Qué nos falta o que nos sobra para ser iguales?
Al terminar de surtir la despensa, al pasar por la plaza… Ahí estaban esas mujeres, de piel rosadas por el sol, algo sedienta su garganta y agitando sus pañuelos verdes…Te fuiste de paso, imaginando ¿cómo será la vida en la universidad?, poder gritar en la calle, ¡igualdad!... beber con sus amigas, dejar la marcha, tirar el pañuelo y subirse a su BMW.
Al llegar a casa su patrona la esperara, con el enojo al cien, gritándole su calma. olvidó que hoy habría jornada doble de trabajo por la misma paga. Se reuniría el circulo de mujeres feministas empoderadas, hablarán cada una de sus afanes , beberán hasta el amanecer, y tendrá que recoger el tiradero que dejan esas visitas, después que se van los strippers.
Es tan hermoso que exista un día para nosotras -pensó-, Que hablen cosas bellas, que marchen por las calles, que pidan paridad de género, es divertido ver y escuchar a mi patrona la señora, hablando de mujeres, conocer a las señoras que pueden engañar a sus maridos y que, por unos pocos golpes, pueden traer siempre la cartera repleta de billetes.
Esas mujeres analfabetas, campesinas, indígenas, pobres, invisibles… no se han dado cuenta ni que son mujeres. Violadas a temprana edad, asesinadas, sin valor. Sirven en las casas o en las esquinas. La igualdad y el empoderamiento es un sueño, que no pasa por sus almohadas. Son objetos sexuales y artículos de propaganda para otras, pero nunca mujeres….
LENNOX