“Morir de muerte en flor toda la vida” (José ángel Buesa)
De pequeños creíamos
que era cosa de otros. Nos parecía tan breve
la muerte que nos queda,
tan pequeña, tan torpe… Una sombra vulgar
que solo se llevaba desolaciones rancias.
Al crecer, la notamos pasar a nuestro lado,
hostigarnos los ojos y obligarnos
a mirar fijamente a sus rapiñas.
Nos dejaba un regusto a encrucijada,
una duda embebida en la memoria,
se paseaba insolente por parajes limítrofes
con su séquito gris de desamparos
y permutaba risas por fotos desvaídas.
Y ahora que degustamos el sabor de la ausencia,
ahora que hemos vaciado la botella lujosa
del néctar de sublimes y vagas primaveras;
ahora que regresamos dócilmente
a la torpeza, al tedio, a la añoranza;
ahora que sabemos en qué aprovecha el tiempo
la muerte que nos queda,
la advertimos confiada como nunca,
agazapada, tensa y expectante
como una araña atroz e inmoderada,
sabedora eficaz de su inminente
y gélida victoria, de su evidencia
solícita y distante,
como una vieja amiga quejumbrosa
que implorase silencio.
PABLO CABRERA 2022