Tu sonrisa enloquecida
se emborracha de vida
y endulza los labios,
¡quien la tuviera!
Pues no es fácil
derramar sonrisas
con tanto desparpajo.
Surcando los mares
de tu casa o en el aliento
de una fresca armonía:
la brisa, la arena y tú.
Espolvorea y reparte
sonrisas, como la bruja
y su varita, en alegres
melodías; que incite,
que contagie, que las penas
llegan solas y en procesión
han de irse.
Mas no sé que pedir;
una sonrisa al amanecer
o mil por venir,
que no es nada amarga
y a nadie hace daño.