Alexandra Quintanilla

Te ofrezco

No tiene nombre ni destinatario, pero es que hoy desde la mañana amanecí con pétalos y palabras. Yo no sé… como bien lo supo alguien decir. Yo solo sé que no se nada. Pero se que te puedo ofrecer viejos poemas bohemios y cansados de existir, también si gustas te puedo uno que otro escribir. Te puedo ofrecer una noche bajo la llena, hablando de lo más absurdo si a vos te parece, con pipa o café, sol y playa a tu merced. Tengo muchas patologías para combatir, pero tengo un reloj que a veces se detiene y habla y escribe, y te recita al mundo en un gran eclipse. Te ofrezco escuchar buena música, y muchos besos y la originalidad de que mientras te quiera, aunque miles toquen la puerta yo cierro con llave y te la entrego a vos para que la guardes en lo profundo de tu corazón. Te ofrezco compartir la desventura de las penas, te ofrezco compartir con vos la comida en banquetas y banquetes, estar ahí cuando caigas o vueles. Olvidarnos de los desperfectos que pueden padecer algunas veces los cuerpos. Y es que el alma no conoce de tiempos sino más bien de templos. Yo puedo estar ahí, en las madrugadas y en las mañanas, estar ahí bajo cualquier momento, sea melancólico o alegre. Te ofrezco la autenticidad de ser nosotros mismos. Sin llenar las expectativas de las páginas sociales. Te ofrezco una noche estrellada y vino. Una montaña para que sepamos de donde venimos. Te ofrezco la esperanza de los enamorados y la paciencia del sentimiento en su esencia. Te ofrezco mis virtudes y defectos, los segundos pesan un poco más que los primeros, cuestión de humanos. Pero te puedo inmortalizar en fragmentos y hacer que el mundo nunca olvide que aquí hubo alguien que fue querido de la forma más amable que pudo merecer.