Feliz encuentro con Eva
No me amarren al fondo
Yo fui muchas veces a Dios
Nuvia Estévez
En la vehemencia del orador
el mundo
es un techo sin salidas,
el dolor, un pez espía
que guarda su nariz
en la cruz que amamanta a los muertos.
Sin embargo tu nombre,
como un panal de silencios,
invita el viento a las ventanas,
enhebra susurro de lábaro en el tiempo.
Cuando el olvido es la única identidad,
¿la muerte es familia?
Cuando el tiempo es un coro sin voces,
tu ausencia es sonora.
Tú eres
el vértigo de las moralejas,
la madre de los nombres.
El perdón,
la ovación de la eternidad.