Tu boca suena como un ángel,
cuando con sus alas baja,
desde el cielo obscuro y
me besas en el cuello;
logras encontrar dentro de mi arca
una nueva ventana ignota,
esculpida con tus labios calientes,
en esta piedra ahora suave,
entre los momentos del ahora,
y del aliento que nunca recupero…
Suave y tierna,
como un presente del cielo,
reposan tus inquietudes,
que aún hoy ignoro,
silenciosa y temblando,
suspiros del norte al sur,
por la piel que me recorres,
tan blanca, tan tuya…
Eres dueña de todo lo mío,
como antes nadie lo hizo,
de mis oraciones a oscuras,
al tenue candor
de las velas que iluminan,
como quien arde tan dentro,
preguntas sin respuestas,
que todo nuestro silencio
está hecho de tantas dudas,
cálido entre mis sábanas
tan nuevas para nosotros.
Después, descansamos,
nos hablamos al oído,
tan enredados por dentro y por fuera…
Tus labios me llaman,
mi cuerpo te responde…