Cortometraje
Mansas velas llenaron de sombras la sala,
la que en su día fuera nuestra cueva de Platón
De ética ninguno de los dos esa noche pensaba
De estética solo aquel vil cortometraje habló
Testigo fue el senil vino (quizás también, Dios)
y las cuatro paredes, pantallas de un frenesí,
el que dudo repita otra noche con vos
Una sola me basto para imaginar mil así.