Como han pasado los años, no tantos,
desde el día que te conocí en aquel café de barrio.
Lucías tan hermosa, exhibiendo tu sonrisa cautivadora,
sorbiendo tu café con gracia innata.
Y empezamos a conocernos el uno al otro,
exhibiendo nuestras fortalezas
y escondiendo nuestras debilidades.
Y de ahí empezó la historia,
más café, más sushi, más hamburguesa,
hasta que nuestros cuerpos se juntaron
y juraron que se querían.
Ese tiempo, en que convivimos,
hicimos del amor la alegoría, de ser extraños,
a conocer todos nuestros secretos.
Y, sin embargo, algo que no supimos,
hizo que no funcionara como queríamos.
Nunca encontramos la llave secreta,
que haría que esto sobrepasara,
todas las dudas que teníamos.
Me arrepiento de no haberla hallado,
eres el amor de mi vida,
más que nadie de las que he amado
y por mucho eres la que más quería.
Ojalá, algún día, ya viejo y cansado,
me des oportunidad de buscar
de tu alma la cerradura,
y pueda, por fin, darte todo lo que merecías.
Te quiero así, con todas tus locuras,
con todos tus misterios,
con todas tus virtudes.
Déjame buscar dentro de mi alma,
la palabra que falta, vida mía.