Eres un mar profundo,
ondulado en el paisaje
eres la madre de mis soledades
eres tierra fértil y sosegada
eres la morada de mis tristezas.
Lluvia despejada y somnolienta
lluvia que se desliza en mis hombros
mansa y sin tormentas moja mis hojas
que parecen marchitarse con pereza.
Viento del norte en mis espaldas
empuja mi pluma abandonada
de un verbo antiguo y silencioso
que nada me cura y no me calma.
Eres la primavera desojada y triste
que llora con mi musa,
la mojada madreselva que huele
a rosas y a jazmines,
la desolada enredadera de mi muro.
Eres el cielo azul ya sin eternidades,
eres la angustia que atraviesa con su daga
mis entrañas y se disuelve con la nada.
Eres el inmenso mar
trepando mis añoranzas
con un disfraz de arenas
en el desierto de mis esperanzas.
Eres el horizonte que navega
las aguas de una rosa blanca
la pena de mi pena más amarga
por eso llora la lluvia
y es por eso que no brilla la luna.