poetalibre

DORMIDA Y ESCONDIDA

Yo te suspiraba en cada átomo del aire, te soñaba sin desvelo y te besaba en la corteza vieja y curtida de los árboles. En los oasis de mi amargura, siempre fuistes el agua cristalina y escondida que aguardaba la sed más profunda. Tú fuistes la señal omnipotente que hace real la locura del amor, el imposible tan posible, un corazón de carne y hueso, unos ojos que no se nutren de este mundo. Yo esperaba en las carnes pero no eran tu carne, yo busqué en los fondos donde no llega la luz, por eso allí no hallé tu luz, yo caminaba descalzo, y desnudo, taciturno y loco y sin pudor mientras tu dormías esperando mi corazón. ¡Y que hago ahora sin mi corazón! Si tu despierta, lates sobre mi y yo vestido y cuerdo, ando sobre tí. ¡Y que hago yo sin mi corazón! Respiro cada átomo de aire, y ahora noto tu olor.
¡quédatelo! No era mío. Yo no doy lo que era mío. Yo era el abismo y la oquedad, un embrión dispuesto, era un tren por salir en la estación, era la caridad y una frase póstuma de perdón. Yo era la sal diluida, del socorro la omisión. !y qué hago yo sin mi corazón! Mantenlo, ahora ya tienes dos. Como dos manos y dos piernas, como dos ojos y dos pulmones.
Frente a tí, se me desbordaba la vida y se perdía sobrante camuflada en la nada. Tú en tu silencio, no veías como el aire te agitaba, en cada átomo, ni escuchabas el murmullo de la corteza de los árboles, ni los manantiales donde fluye la vida, podían llamar tu atención. ¡Y ahora.. ¡ ¡que hago ahora sin mi corazón!