La verdad, te siento en todas partes,
Al despertar con el Sol, y las primeras clarinadas del gallo,
Tu cabello tal remolino cruza el espacio, sin dar ni pedir tregua,
Eres bienvenida a donde quiera que vas,
Será por tu sonrisa sincera,
Y tu alma caritativa.
Respiro y ahí está tu olor fresco,
Como la yerba en plena primavera.
Ansío conversar contigo todos los días,
Buscando el placer que siempre me dan tus palabras.
Quizás vivo en un lecho de espumas, tal ola que va y viene,
Traída por la brisa de tu especial encanto.
¿Dónde estás? No espero una respuesta directa.
Sé que estás en todas partes,
En el sueño de un niño,
En la razón del que lucha por sobrevivir honestamente.
En la virtud de los árboles, que crecen casi para siempre,
Dando vida donde quiera que estén,
Sin esperar nada a cambio, o sí: un poco de amor por el prójimo.
Siento que no eres de nadie, y eres de todos,
Porque das amor a tu alrededor como quien riega plantas en su jardín.
El mundo es tuyo, no pidas permiso, eres de todos y no eres nadie,
Porque el viento no tiene dueño.