I
Atroz miedo,
un hacha desgarra el pecho.
Alimenté a un monstruo
que lloriqueaba
con tiernas florecillas
entre los dientes
-no veía, en realidad veo poco-
el monstruo fluía como
sangre menstrual
asociado a mi sombra
desviaba las flechas
que le estaban destinadas,
para que cortaran mi habla
se lamentaba con griticos
bajo retortijones de estómago,
desintegraba lagrimales
de sapo capado
que no aceptan en la coral
el ojo duro, ligeramente inflamado
como una prostituta.
No presté oreja,
una extraña demencia
me impide contemplar
al animal agazapado,
al pegajoso capullo
que se arrastra.
Tengo miedo
le di de comer
cuando era una larva.
II
En la sombra negocia
premios, críticas,
a favor la caña, la cama,
la algarabía
del vendedor de cupones
que cae
igual que en Walt Street
caen el café, el plátano, el petróleo,
cae como un comerciante
manipula un poema
mientras sonríe
en difunto maquillado
que llevan a misa
tres golpes de pie y
repite la función
con un solo diente
frágil y enmohecido.
III
El sapo se ha pagado otro libro,
es el mismo, siempre el mismo
que lengüetea y ensarta
la inocencia a un corolario,
hasta llora en el entierro
de una letra
es el mismo, al centro,
chupando médula
con aire de violado,
reptando
por el ano del barranco.
del poemario - Zupia,
Editions Hoy no he visto el paraíso, 2016