Raúl Carreras

Me dejaste

Me dejaste
una culpa en tu mirada,
la soberbia
caminando tras tus pasos,
y arrogante,
presumiendo de la daga
que con fuerza
me clavabas sin recato,
el dislate
de una excusa disfrazada
de la artera
compasión de tus abrazos.

Me dejaste
un revés y muchas lágrimas,
la tristeza
en la linde del presagio
de otro amante
que ocultabas en palabras
insinceras,
como escarnio del halago,
humillante,
que basado en la alabanza
de mi gesta,
silenciabas entre engaños.

Me dejaste
el tormento de la amarga
aspereza
que escapaba de tus labios;
con retales
de memorias y nostalgias,
con la amnesia
del instante en que, en mi cuarto,
susurraste
que era firme que me amabas,
que era eterna
tu pasión…, y tu entusiasmo.