Quisiera en mi momento último
calmar los fantasmas reclusos,
residentes indómitos, fustigantes,
de mis tristes ansiedades,
malhechores reincidentes
que sangraron mis breves
soplos de beatitud,
sitiando mi fantasía,
tornándome en sombra
sin dueño, reflejo de un amor
que nunca aparece
y ave migratoria que no percibe
ramal en su camino.
En este concluyente aliento
exclamo en halito opresivo
tu nombre hechicero,
forjador de mi esperanza,
que abriga en su acepción
la magia de lo afable
y a la vez amordaza…cual costura,
los labios que en su locura
osan articularlo mientras
te catan embelesados con mesura.
Me voy gastando, ya no soy,
no camino mas, mi pasaporte
se va sin visa a tu mundo,
para sentarme en la línea
que guarda tu frontera
allí recogido, agazapado,
al pie de tu umbral de nácar
esperare paciente, suspendido,
desfallecidamente, difunto,
tu voz en mi crónica, que me diga
junto al crujir de tu puerta…
pasa! Vida mía…