Plesia

Por más propio que sea

Llegan, llegan y llegan

No paran de hacerlo

 

Se sueltan y descarrilan todo... absolutamente todo

La fuerza para mantenerlos en cada una de sus jaulas no es

suficiente y rompen nuevamente aquellos pobres y tristes

candados que son sujetados con la más alta melodía posible.

Se rompen a causa del vacile y la baja de tal melodía.

 

Entonces el momento ha llegado, el retumbe de la melodía no

es suficiente, y aquello dentro de la testa golpea y golpea.

Así llegan las humanidades versando el incontenible titilo procedente

de la testa, pero no es suficiente cuando estas se trastocan y ya la

guerra dentro de la testa se ha lanzado a consumir todo.

 

El malsonante se rompe y en un vago intento de salir de ello

se pierde, se pierde en sí mismo.

Difiere dentro de sí mismo, se ensueña y es difícil sacarlo.

En caso de que vuelva a emerger no será por mucho

¡Imposible que sea por mucho!

 

El juicio se pierde en el dispense de la totalidad

Pues la falta de tráfico de cavilaciones incita a la falta de

sueño a bailar y a costa del malsonante estas disfrutan.

 

Y por más propio que sea, la pupa es la misma.

Siempre la misma.