Mi niñez y aprendizaje
Hoy vivan aquellas letras
que a palos me las metieron,
mil veces me las dijeron
hasta que las aprendí.
Preceptor educativo
pedagogo mal tratado,
que por ser tan mal pagado
con golpes me dio latín.
Los años son testimonio,
aplicando bien la regla
con ella todo lo arregla,
mano, tienes que sufrir.
Malo como su carácter
al conseguir ese máster,
un regalo del demonio
difícil de conseguir.
Metido en un seminario,
ya de niño,
tu engañabas a diario
rezando para ser cura.
Donde llega la locura
Cuando no existe cariño.
Conseguido
por despecho,
tú lo has hecho.
Ya te ríes,
das tus clases
con tus bases
y nos fríes
A pesar de lo sufrido,
me enseñaste la lección
y todo lo aprendido
lo guardo en el corazón.
Fueron tantos los doctores
que se vieron,
como buenos profesores,
tan alegres tan contentos
salidos de los conventos.
Otros muchos sucumbieron.
No hay escuela
sin maestro.
Todo un gesto
de esplendor,
una foto
del caudillo
y bandera
del valor.
Que dolor,
los cantos del cara al Sol.
Que tristeza,
la gente con su pobreza.
Que amargura,
La vida no fue segura.
Que castigo,
sin el pan y sin el trigo.
Fue tan dura la posguerra,
una niñez que me aterra
no se la deseo a nadie,
ni a mi peor enemigo.
Lo confieso buen amigo
mejor que nadie lo radie.
Solo quiero que se sepa
las huellas que deja en hambre.
Polifagia da calambre
como leche da una teta.