La muerte no tiene fidelidad ni compasión
Extrae la corporalidad de nuestras pasiones
Carga sin dolerle la hondura de su secreto
Arquitecta de la tumba de los silencios.
Hado mortal de la peregrinación humana
Birlando piel y huesos al corazón viviente
Difuminando la posteridad de las ilusiones
Trocándose en remoto lo reído y llorado.
La vida es feudataria entre su horizonte
Temporalidad sublime del ser y no ser
Ritual repetido para eternizar al espíritu
Irresuelta andanza angustiada de lo finito.
Conciencia misteriosa del azar inacabado
Libertando al alma de sus dolientes apegos
Abriendo la ventana a la sedienta esperanza
Todo y nada en la paz inmortal del sosiego.
Atadura inherente al ahora de la existencia
Sobrenatural fuerza ineluctable e incompresible
Nadie escapa a su inaplazable cita del más allá
Solo el amor nos hace relámpago de lo eterno.
EH