Mujer, cuando tú miras
te juro que yo quisiera
tener tus dulces ojos
hermosos de primavera.
Mi gentil, y hermosa flor
bella, amable y buena;
derrámate al alma mía
como una lluvia fresca.
Quiero tu amor infinito
con caricias frescas,
quiero un mar de ternuras
para apagar mis penas.
Lorena, la más linda
de todas las guayaquileñas,
voy a dedicarte un poema
en esta mañana morena.
Porque mis ojos han visto
dentro de ti, una pureza
dónde mi Dios ha vertido
toda el alma de esta tierra.
Y te llevaré en mis labios
en mí pensar en mis letras,
para morir de inspiración
por la dulzura suprema.