Raiza N. Jiménez E.

En tu Ausencia.-

 
Eres como una caverna profunda llena de anhelos,
deseos, recuerdos, tristezas, dolores y alegrías...
Todo lo que eras o podrías haber sido, se quedó allí,
sepultado en la quietud tenebrosa de la oscuridad.
¡Tu ausencia se hizo oscura y lánguida para mi vida!
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Tu ausencia era negra y larga como debe ser la muerte.
Fue silenciosa, pecadora, oculta, como una oscurana, 
sin ranas , grillos, búhos y sin las libélulas que titilaban 
en nombre del amor, la vida, la misericordia y la esperanza.
¡Así de repulsiva y agónica era tu ausencia ante mí!
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Ya el tiempo ha borrado tus antiguas y ansiadas caricias.
De ellas, no queda nada, ni siquiera un lindo sentimiento 
 para recordarte en cada respiro y en cada palpito del corazón.
¡Tus caricias se diluyeron con la brisa y con el tiempo!
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Todo lo tuyo quedó muerto por tus infinitas ausencias.
Ya en mi estancia no se sienten tus fragancias…
Tu perfume se lo llevó la brisa junto contigo…
Ya no existe ni un tibio recuerdo, para poderlo evocarlo.
Todo lo que eras se fue contigo y con las noches solitarias.
¡Hoy te imaginé, te vi de soslayo y creí recordarte!
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En aquel viejo espejo, pretendí ver alguna imagen de tu figura.
Fue quizás que, de tanto mirarte en él, aún no te has ido.
O son tan sólo los visajes de lo que fuiste y no eres ya.
No hay fidelidad en ello, son trucos de la inquieta mente.
¡De ti ya no es posible rescatar nada, todo se fue con tu ausencia!
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Presente sigue en mi alma esa rara nostalgia que reclama tu estadía.
Son sólo mis ganas ilusorias de soñar que, tú todavía, eres algo para mi
Mucho más que un ingrato y mustio recuerdo.
¡Pero no, tú el ausente, te fuiste al infinito en un viaje sin retorno!
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Sabes que tu ausencia se me hizo larga, como las noches en vela;
tu ausencia fue muy triste, tan infinitamente vil, como la muerte.
Hoy ya no eres ausencia, ni tan sólo muerte, eres distancia lejana.
¡Tan sólo diré que eres distancia y muerte!
-Sí, distancia y muerte-