Desesperado o no,
con la vida, has de continuar.
A cuestas, como una cruz
cuyos extremos, pesaran
demasiado. Subiendo
una cuesta impenetrable,
que marcara tu regreso, harto
improbable. Lugar de tu infancia,
donde poco o nada soñaste.
Adolescencia maltrecha, durante la que,
poco o nada, quisiste. Salvo la soledad,
esa amistad de siempre conquistada.
Desesperado o no, ya tuviste vida.
Y mandaste sobre ella. Peor, mejor,
eso ya no importa.
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