Pequeña piedra en el zapato,
que punza y hiere,
punza y hiere
más profundo,
como el embate de un escorpión:
Mil agujas hirvientes,
centradas en un punto.
¿Quién te ha dado ese poder?
Lo tienes,
lo sabes,
lo aprovechas,
tan trivial y tan dañina.
No se ve pero es palpable:
allí estás,
en tu oscura madriguera,
abusando del lugar
donde un giro insospechado
te fue a poner.
Y donde yo,
en mi grato sufrimiento,
te conservo.