David Pech

El arte que tienes para amar

 

I
Entre mis sueños te vi, mi hechicera
exquisita ninfa por cual yo suspiro
junto al alero de su porte, fiera
mujer que derrite el hielo de la vera
con el beso que yo trémulo respiro.

II
Bajo el colmado tacto de mi piel
y su silueta que enciende pasiones
el dulce néctar de sus senos, la miel
encantada que evapora el cascabel
de mis deseos, mis besos de ilusiones.

III
Y fue en la orla de una serenidad
que contemple su inefable desnudez
fue un brillo inmaculado, de vanidad
costosa que emerge con una brevedad
el fino placer de su calidez.

IV
Como si Dios se me presentara
sus celestiales caderas desbordaron
danzantes ritos de manera arcana
y bebí de su aliento, ese que jadeaba
cuando sus poderosos senos me abordaron.

V
Pero cuando el silencio musitado
se adueñó de esta colcha hecha hoguera
las cenizas de este corazón agitado
fueron enterrados sobre este aldominado
arte que tienes para amar, hechicera.