Hoy necesito...
Necesito... el albergue, de tu alma...
Necesito... la paz que me transmites...
Necesito... que tu tiempo, me prodigues.
La inmensidad, de tu consuelo, me hace falta.
No sé vivir...
Necesito que me enseñes... a respirar, sin tu
presencia.
Que me enseñes... a descubrir, sin tu mirada.
Que me enseñes... a hablar, sin tus palabras.
Que me enseñes, a soportar la soledad.
Que me enseñes... los secretos del silencio.
Que me enseñes... la compañía de la distancia.
A sobrevivir, en medio de la nada...
A no ahogarme en el mar, del desaliento...
A navegar entre huracanes...
A caminar, en el desierto amargo, del olvido.
Necesito que me ayudes...
A no maldecir a los recuerdos.
A no dejarme arrebatar, por el dolor.
A no perderme en el miedo aterrador.
A sostenerme cuando el alma tambalea.
A no permitirle al llanto derrotarme.
¡ Necesito que me ayudes! ...
A que no me encuentre, la tristeza, ya vencida...
¡ AUNQUE ELLA... HAYA LOGRADO LA VICTORIA!.
María Inés Pascuccio.