“MANOLA LA PUREZA”
«Recuerdos de la niñez»
En mi barrio del Perchel,
y en la calle Peregrinos,
vivía una bella moza
que en hacendados caminos
trabajaba ella, a deshoras,
sin desaliento y destinos
a gente mayor e infantes,
enfermos y desvalidos.
Las \'comadres murmuraban\'
¿de dónde viene al ocaso?
muy cansada y… ella tan sola,
pero se hacía el remanso.
Cara como la Azucena
blancura por su pesar
tostada como el trigal.
Ojos para desear
y dolidos por el llanto,
por ese sufrir de amar,
que le hiciera pasar tanto,
pelo color de la miel
recogido con encanto.
Esbelta figura altiva,
un diábolo su cintura,
caderas exuberantes
de pechera con soltura
y de piernas concordantes,
vestido rojo hermosura.
Hacendosa era la niña
hábiles manos bordando
en su ajuar, ella cosía,
y mientras, iba soñando,
en un mozo pinturero
que el sentido va quitando.
En la ventana la niña,
que a pie de calle se hallaba,
un mocito \'trinitario\'
el sentido le quitaba,
y presta en su quehacer diario
de atender lo que ocupaba,
niños; ancianos y enfermos
día a día dedicaba.
Y centrada en la promesa
que aquel mozo un día daba.
Iba a sus cuitas Manola,
quiso Dios se lo encontrara
abrazando a otra mujer,
que de amor apasionara,
supo Manola después
que al matrimonio se hallara.
De salud muy delicada
enfermó pronto la rosa,
de \'Tisis\' diagnosticaron
aquella flor tan hermosa.
Duró muy poco la niña
que era prenda primorosa.
La Parca tomó su turno
una mañana temprana,
de su faz huyó la rosa
dejando la faz tan clara.
En coche caballos negros,
cuatro corceles tiraban,
que llevaban a la niña,
el Campo Santo esperaba.
Niña Manola descansa,
en su lecho del jardín
que al final es lo que amansa.
Las comadres le lloraron
de arrepentida esperanza
pues mucho la criticaron
pero hasta el alma, era blanca.
Roberto J. Martín