Ay de aquel jovial y pintoresco
que no observa el agua de la fuente,
de ver que está muda la corriente
se limita a ser un picaresco.
Yo me apunto al sueño novelesco
porque pienso que hago lo indicado,
ay de mí que vengo tan cansado
y en la puerta de mi casa observo
que el gran sueño apenas que conservo
ha salido y nunca lo he notado.
Ahora es intensa mi alegría
ya que amo el saber de un buen maestro:
pues aquel pequeño y tan siniestro
me ha dotado en su sabiduría.
Ay de mí de ver lo que quería
por tener rimas en mi tejido,
así voy con todo lo sabido:
voy, con mis proezas de reflejo
y al ver el talento del cortejo,
ay de mí de ser el elegido.
Samuel Dixon [16/04/2022]