Llegué a casa, cansado del trabajo
de madrugada, esperaba que mi
amada me reciba con alegría
porque le quería dar una sorpresa;
la sorpresa la tuve yo, que no estaba.
Guardé todo lo que traía, tomé
el descanso pero le puse cerradura
al la puerta, para que no entrara,
porque desde hace tiempo me lo
comentaban que cuando salía
de pesca, ella disfrutaba del dinero
que le dejaba. Llegó la mañana,
que sorpresa se llevo cuando
me vió, hasta borracha estaba
ya no pudo ocultar sus andazas.
Hoy se arrepiente, pero ya es tarde
porque la veo pasando frío
en la calle, y mi perdón desde
hace rato lo tiene, pero en mi
casita desde lejitos estára
porque no me hace falta.