Escucha al mar
que deja sus canciones
en la alborada.
Deja claveles
y algunas fantasías
para las almas.
Llega el salitre
con olas soñolientas
en las resacas.
Y tú, las miras,
con ojos que despiertan
tras las legañas.
Sientes la brisa
del viento de nordeste
desde la playa.
Y te estremece
su abrazo, cariñoso
sobre tu espalda.
Escucha al mar,
te dicen tus sentidos,
hoy sin palabras.
Y tú le escuchas,
desgranas su silencio,
y allí le hablas.
La eterna búsqueda
del hombre enamorado
desde su infancia.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/04/22