Adelaine Soto Alvarez

ARDE LA CIUDAD

 

Arde la ciudad

de forma estrafalaria

mi yo se recuesta

al más intimo latido

Y vuelvo a ser

la implacable

Mujer inadvertida

a pesar del ruido inarmónico

que esparce el aire

Las compuertas se abren

como fauces hambrientas

y llega el desaliento

hasta la última calle

donde mi corazón convertido en estopa

era las más terrible

de todas las imágenes

Mi madre en un rincón

tejiendo y destejiendo

los aprietos del día

Mi padre como pólvora

desenterrando el miedo

Los ancianos

los niños

los jóvenes disueltos

entre la enredadera

que les produce el tiempo

Y qué hay de aquella muchacha

alegre y desprendida

que escribía versos cursiles

y espantosos

donde nunca faltó

un pedazo de lumbre

Todos fueron al mar

y regresaron

con las alas partidas

Tan solo un aluvión

de efemérides escépticas

 palean lo inaudito

Mientras el criterio

nos consume las horas

entre la inflación

y los malos conceptos

que caen desde arriba

Que tiempo estrafalario

recorre la inflación

y sus acólitos

En qué lugar amorfo

escondimos la fe

para de un solo golpe

convertirnos en cuerpos incurables

El rey del sur y el rey del norte

cabalgan implacables

la iniquidad y el miedo

se convierten en bálsamo

y la queja de la aldea

se nos  convierte en eco

corrompido y silente.