Cuando tu tejías, sueños de tierra y sangre…
Yo, tu Amor, estaba ahí;
preparando el telar y la lana
tiñéndola de arcoíris
y así, ofrecerla a tu alma.
Volaste en un suspiro de eternidad;
y Yo, estaba Allí, pintándote las alas…
¡Y renaciste de nuevo querida!
inundando un hogar humano
con mi perfume de vida.
Me tienes, y siempre me has tenido
en tus penas y alegrías,
no puede ser de otra manera.
Me olvidaste aquel día
que miraste hacia afuera.
No temas amor, Amor, ¡no temas!
que no entre el odio en tu corazón;
deja que mi voz de niño
desinfecte tus dolores de alma,
y saborees eternidad e infinito.
Nunca lo olvides Yo estoy Aquí,
y siempre será así:
soy tu cielo, donde dibujas tu amor;
soy el ungüento milagroso,
condenado a refrescar tu corazón.
Nunca, jamás nunca, estarás sola
eso, es solo un espejismo...
Las raíces de mi realidad,
están profundamente incrustadas
en tu cuerpo, mente, alma y personalidad.