De puntillas sobre un banco
Con apenas siete años
Para alcanzar la urna
Dónde reposaba ella.
Me encontré de frente
A frente con la muerte
La muerte de mi madre.
En su rostro ella presente.
Sin comprender apenas
Lo que estaba pasando
En aquel noviembre eterno
Del que no puedo alejarme.
Y en ese mismo instante
Me parió a la desventura
La vida sin avisarme.
Desde entonces yo en el mundo
Dando tumbos voy.
Al principio sin saberlo
O mejor sin comprenderlo
Solo preocupada por
No morir de inanición.
Luego más adelante
En mi camino de piedras
De esa piedras gigantes
Que siendo yo tan pequeña
No sabía sortear.
Empezó a resentirse mi alma
Por la gélida indiferencia
De los grandes que en mi mundo
Ignoraban que ahí estaba yo.
Llegaron los días de la rebeldía
Los días de batallas sin cesar,
Era yo contra el mundo entero
Dias de fuego, días de ira;
De esa ira que ardía en mi corazón.
Luego ese fuego y esa ira;
En amor se transformó.
Y empecé a disfrutar la brisa
Y sonreírle al viento
Y soñar con sueños de algodón.
Pero no todo bien perdura;
Y en la hora más oscura
apareció la sombra,
La sombra del desamor.
Y llegó la tempestad
Y arrasó con todo...
Y arrasó con todas...
Vinieron los días grises
De pájaros y de cenizas
Y sola yo en la cornisa
Con mi alma expuesta al temporal;
Como una paloma mojada
Esperando su día de sol.
Pero por fortuna el tiempo todo lo cura
Y de la mano de Dios llegó la cura;
Mi cura por el amor.
Llegaron días de esperanza
Días de azules en el cielo
Días de abrigo y de ternura
Dias de sol... Días de amor.
Martha patricia-abril-2022