Trayendo lejanas meditaciones
cuando caminaba por una floresta
me vi por la bajada de piedras corriendo
y mojar mis pies ardidos en el río,
con la mano agarraba la corriente
que avanzaba sin detenerse
y huía cristalina entre mis dedos,
esa escena fue un prolongado soplo solitario
que llenó de luces el abismo de mi memoria.
Se removieron las horas de mansedumbre
de esos días sagrados de mi infancia
cargados de nidos de algodones
puertas indefensas y perlas de pureza,
también las horas revoltosas inconformes
de juventud eterna apasionada
con retazos de anhelos y glorias
que calmaron mis esmeros
y partieron en su momento.
Escapes de sol y crepúsculos
de las tierras abiertas que visitaba
vuelos agitados de oro y bronce
le ponían coherencia a mi mente agitada,
desbordadas lágrimas de risa
reloj de arena, tris de vivencias,
paréntesis errantes inevitables
pasmaron mis cauces de miel íntimos,
que se petrificaron cual puros cristales .
Increíble lo que hace un momento
que transporta oxidados latidos
el agua cristalina de un pequeño río
se volvió un mar que gira inmortal
enlazando épocas felices ya tostadas,
renació mi carne que ha ido cediendo
y me di cuenta que mis inevitables arrugas
son las luces que habían emigrado
con una voz que me repetía: ERES MORTAL.
Lale Neda