Antes de conocerte siempre me escondía
debajo de una careta fingiendo que no fingía
Los días me los pasaba mirando aunque no veía
y ensimismada en mi mundo, palpaba aunque no sentía.
En el fondo de mi alma llevaba profusa pena
que me había orillado a vivir una condena
Tenía la fe desierta y las dos manos vacías
Me había acostumbrado a respirar, mas no vivía.
Apareciste un buen día y te fuiste acercando,
con tu elocuencia ingeniosa mis sentidos despertando
Como a los rayos del sol sin palparte te sentía,
como al amor que se espera sin mirarte te veía.
Llenaste toda mi vida con tu frescura exquisita
Por un oasis precioso cambiaste todas mis cuitas
Me enseñaste a imaginar aquello que no viviera
¡Y entregada a tus antojos morirme aunque no muriera!