Del Dios qué alabamos siempre hay que recordar, que el es generoso y que nos da con bondad.
Dador sin igual que a su hijo dio y a todos nosotros por Jesús, damos gracias por su inmenso amor qué oferce a todo alegre dador.
Nuestro tiempo y recursos pertenecen solo a él, nuestro gozo y alegría permanecen y es por el.
Corazones dedicados, no forzados en el dar, agradan con alegría al Dios de la eternidad.