Josefina Barreto

ALMA FUGITIVA

En el doblez de aquella esquina triste,

en el sinfín de una mañana eterna.

En un mechón de pelo que perdiste

cuando mi mano, como viento, inquieta

pasó por tu cabeza y quiso, al verla,

jugarle a tu razón alguna treta.

En el farol que de papel se viste;

en el compás de un tango lastimero

del arrabal donde quizá perdiste

aquel suspiro que murió en “te quiero”.

 

Ahí ha quedado mi alma fugitiva,

diluida va en el fondo de la copa

donde sueña pendiente y nunca olvida

que alguna vez pudo rozar tu boca.

Mi alma que, al caso, ni siquiera oíste

cuando rasgó sin compasión mi pecho

para correr siguiendo lo que fuiste:

un vendaval fugaz e insatisfecho.

Tan fugitiva y errática en su intento,

ignorando que amarte es un delito,

surcó el oráculo que encierra el viento

para quedar prendida al infinito.