Olor a primavera, claridad con supremos colores me atraviesan sin cesar .Se juntan margaritas y cayenas como obras de arte, madreselvas y helechos aspiran el seductor aire encantado. Figuras irreverentes vuelan sobre las flores tutelando el polen para hacerlo peregrino, imperceptibles se hartaban de su espíritu. El azahar con su aroma intacto desfila por mí y seduce las frondas solitarias, de repente una campesina se acerca con sus sucias manos de trabajo, lo toma y acaricia, le llega el arpegio de su olor, ilusión y éxtasis que agigantan su ego. En la noche con el sonoro de cigarras, jovial la campesina llega a la fiesta, veo el azahar que había guardado, su melena adorna con él, se puso ropa limpia a señuelo, busca en puntillas y con angustia un bigote, una barba, un cuerpo. Guiña el ojo la campesina, habla tonterías con el bigote y se ríe haciendo piruetas hipnóticas, se acerca resbaladiza pero la polilla en ese azar perfumado hizo irrupción en el umbral y su apetito quedó acalorado.
Lale Neda