Ciertas paredes van derrumbándose
orinando sobre ellas cuadrúpedos ignorantes
excelentísimos señores del cuatro por cuatro
orinales del pérfido retumbante.
Caen sobre mí cielos augustos
retinas profundas aguas negras
pozos sometidos al caos las estrellas
absorben licuaciones miradas sin espejo.
No entretengan al sabio señor de la ladera
el mono espléndido quiere vertidos o versos
siempre entregado a su sumisión enérgica
pretenderá subirse al carro de los hombres derrotados.
Sólo ser poeta significará la muerte
el fungicida elemental del llanto inverosímil
y no habrá pecho, curva química que ignore
sutilmente el estudiante clínico.
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