No queméis mis poesías,
aunque no sean queridas
por críticos no heridos,
por furia de afonías.
La poesía tiene ese poder,
las palabras llegan al oído,
porque no hay nada parecido
a versos que saben a querer.
No las queméis,Dios las guarde
y a los que no conozco
por amor al arte reconozco
mejor leerlas y no al fuego arde.