Hay rosas blancas,
a un lado del jardín,
que se marchitan.
Da un poco pena
el ver como se apagan
por la otoñada.
Es ley de vida,
te dice un jardinero,
y tú le crees.
De todas formas
hay rosas diferentes,
de otros colores.
Hay rosas rojas,
azules, amarillas,
y también negras.
Sé que me olvido
de algunas, sugerentes,
rosas vibrantes.
Pero la rosa
preciosa, que yo quiero,
está en tus labios.
Allí, suspira,
palpita y me susurra,
siempre tu nombre.
Y no te olvido,
te llevo y vas conmigo,
mi Rosa amada.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/04/22