Se le había escapado...
De sus ojos, han brotado un perlar tan alígero que, dotadas de alas de dolor, volaba anunciando una procela de acontecimientos,
que rellenarían el vacío de su corazón y lloró.
Lloró y lloró hasta es vaciarse, de si misma.
Con la sal de sus lagrimas aún pegada a la piel, sitibunda descubrió que a nadie le importabas. Y sintiéndose libre como las bromelias, decidió no más llorar y guardar sus lágrimas, en los conductos lagrimales, para sobrevivir en el desierto de sus incertidumbres.
Mientras la lluvia realzaba el petricor de aromas, perfumando su corazón con fragancias de realidad, siguió caminando mientras las gotas de lluvia sustituían sus lágrimas.
Perseveró en su solitaria caminata, sin mirar hacia atrás, por no volver a la tentación de sentir, lastima de sí misma.
Despidiéndose de la tristeza, decidió capturar la fugitiva felicidad, que había escapado de su vida, mientras ella esperaba por una noche astrífero, desde las ventanas de su incredulidad.
©️ Leomaria Mendes✍️
Valencia - España
¡Gracias Arquitecto!