Isa OjeRuiz

Abuela

Ayer fui a casa.

 

Recorrí el largo pasillo,

en el que tanto nos regañabas por jugar a la pelota.

Al fondo sigue estando tu cajón  de madera,

donde las telas que guardabas,

se abrieron paso para crear un nudo en mi pecho.

 

Intenté buscarte entre la multitud,

pero solo encontré tu sillón ya vacío.

 

Blas y yo seguimos recordando tus frases,

porque nos prometimos hacernos cargo,

de que tu presencia seguiría con vida.

Y por un momento,

nos miramos mutuamente,

como si los dos te escucháramos 

y volviéramos a ser unos críos.

Y sin esperarlo,

sonreímos repitiendo tu famosa frase:

“Hay papas en la bolsa”.

 

Y como dos ingenuos,

seguimos yendo hacia donde las escondías,

con el anhelo de que algún día,

no te olvides de dejarlas.