Cuando descanso en mi almohada,
muy cerca te siento a mi lado,
con ése, tu aroma sagrado,
tu sutil fragancia encantada;
luego, al despertar la alborada,
se escucha un cántico dorado,
me incita a correr desbocado,
gozar de nuevo tu mirada;
al salir te busco inconsciente,
preso de incesante locura,
repito tu nombre en mi mente,
vivo una vibrante aventura:
siempre en mi corazón presente
como un manantial de ternura...