Caminé con rumbo y sin rumbo,
en medio de esa noche oscura,
buscando la luz de la luna,
solamente con mi penumbra.
Un aroma suave de lluvia,
me alertaba su llegada,
y mientras yo me refugiaba,
en el araguaney sentada.
En mi horizonte amanecía,
la luz del sol, un nuevo día,
pasaba mi lenta agonía.
Esa tempestad que venía,
era solo fresca llovizna,
de un muy hermoso y bello día.