Mi gélido ensueño cual astro fugaz
errático vaga por tristes recuerdos
este se estremece con sordo lamento
en su espalda arrastra promesa falaz.
Y es que ante el altar tú ofrendaste amarme
y ante el Creador juraste cuidarme
que de nuestro hogar forjarías un fuerte
que te marcharías sólo con la muerte.
Que en la salud y en la enfermedad
estarías firme cual árbol frondoso
que serías mi esposo por la eternidad
que construiríamos un hogar dichoso.
Por muy pocos años perduró tal suerte
nombre de mujer pusiste a la muerte
con crueldad pediste que te devolviera
todas las promesas que ante Dios me hicieras.
También agregaste que aquel sufrimiento
se desgastaría al soplar del viento
que cualquier herida por fin sanaría
que al pasar los años me levantaría.
Lento y pesaroso sobrevino el tiempo
como presagiaste rugió el sotavento
pero aún pervive en mí la agonía
volviste a mentirme, te amo todavía.